LOS SANTOS PATRONES
El seminario tiene la protección especial de dos patrones que le acompañan desde su fundación, y tiene pequeñas reliquias de los mismos que están en la capilla del seminario.
Durante la solemne eucaristía que concluía la convivencia de Porto san Giorgio, y presenció el primer grupo del seminario el 21 de septiembre 2013, nos tocaron al azar de entre muchas reliquias, que están a disposición de la Congregación de los Santos para las misiones del Camino Neocatecumenal, los fragmentos ex ossibus de dos santos: S. Beda Venerable y b. Giovanni Liccio de Caccamo.
EL ICONO
Las reliquias están guardadas en la capilla del seminario y están acompañadas por un icono pintado para eso. En el icono los dos santos, aun habiendo vivido en períodos y lugares completamente diferentes, están unidos en la misión especial de acompañarnos en la evangelización.
Ambos tienen que ver con un camino, fueron apóstoles enviados y siempre en movimiento para llevar la Buena Nueva. El pie de enfrente está en las aguas de una fuente bautismal, pero no se sumerge dentro: aquel que se abraza a la cruz y llega a la resurrección, puede caminar sobre las aguas de la muerte, quiere decir que puede pasar a través de las dificultades de la vida, las cuales, sin una relación con Dios, nos parecen profundas, nos parece que nos ahogan y morimos.
Pues la fuente de vida es el bautismo que nos hace llamarnos “hijos de Dios”. Y esta es la misión de todos los cristianos: anunciar al mundo que no conoce la resurrección, lleno de gente que no sabe cómo llevar a cabo tantos acontecimientos difíciles y está sin esperanza, hacerle presente que Jesús está vivo, que Cristo ha resucitado.
La misión del seminario es formar hombres y sacerdotes que sean ante todo cristianos que se apoyen en la fe, que tengan una relación viva con Cristo, que le hayan visto caminar sobre las aguas y le hayan oído decir: “la paz esté con vosotros, no tengáis miedo”.
La cruz en medio de los dos santos representa a Cristo Rey y Sacerdote vencedor de la muerte. El cual no está colgando del madero, pero está vivo y firme y mira con amor a aquellos que le dirigen su mirada. Del cruce de los dos palos de la cruz vislumbra la luz de la resurrección que indica el camino para evangelizar a todo el mundo. Bajo la cruz está María, guardando y meditando todo lo que le pasa a Su Hijo en el corazón. Maria, Redemptoris Mater, nos enseña a permanecer bajo la cruz, a no escapar, a ayudar a llevarla sabiendo que esa misma cruz nos une profundamente a Cristo.
La cruz se mantiene sobre un trípode, que indica el carisma del Camino Neocatecumenal: Liturgia, Palabra y Comunidad, los tres elementos de la vida en comunidad, donde la Palabra se hace carne en la vida de los hermanos, que pueden vivir juntos en la comunión del misterio eucarístico de Cristo.
Los dos santos se representan según los cánones iconográficos que se les atribuyen. A la derecha está Beda el Venerable en simples y austeros hábitos monacales, que está terminando de escribir una oración de intercesión. El beato Giovanni Liccio en hábitos dominicanos sostiene un rosario, devoción que viene de los hijos espirituales de s. Dominico de Guzmán.
SAN BEDA EL VENERABLE
Nació el 672/673 en Inglaterra. A sus 7 años le acogen en el monasterio de San Pedro en Wearmouth. Su educación se le confía al fundador del monasterio, el abad San Bendito Biscop.
En el 685 fue transferido al monasterio de San Pablo en Jarrow. A la edad de 19 años recibe la ordenación diaconal y a los 30 la sacerdotal. No sale ya prácticamente de Jarrow, aparte de las visitas a Lindisfarne y York. Las reliquias de San Beda se conservan en una capilla en la catedral de Durham. Volvió al Padre el 25 de mayo del 735. Y ese mismo día quedó como día litúrgico de su memoria.
Fue teólogo, histórico y cronólogo anglo-sajón. Sus notas y obras teológicas, sus comentarios a las Sagradas Escrituras y toda su vida dedicada al estudio, a la oración y meditación le dieron el título de “Venerable”.
Una curiosidad: el verso episcopal del papa Francisco es: “Miserando atque eligendo” – que quiere decir: “lo miró con misericordia y lo eligió”
La expresión de un versículo en la homilía 21 de san Beda el Venerable en la fiesta de san Mateo apóstol: «Vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: “Sígueme.” (Mt 9,9). Lo miró no tanto con la mirada de los ojos del cuerpo, como con aquella de la bondad interior. Vio a un publicano y, como lo miró con sentimiento de amor lo eligió-“Miserando atque eligendo” -,le dijo: “Sígueme”».
BEATO GIOVANNI LICCIO DE CACCAMO
Nació en Caccamo- en Sicilia, en abril del 1426, hijo de humildes campesinos. Su madre murió poco después de darle a luz y el padre le entrego a una hermana que lo crio entre muchas dificultades. A la edad de 16 años decide abrazar la vida monástica, entra en el convento dominicano de Santa Zita en Palermo, donde conoce a Pedro Jeremías que le invita a entrar en el orden de los Hermanos Predicadores y le hace madurar humana, cultural y espiritualmente. Juan se desarrolla como profesor de Teología en el studium de los dominicanos de Palermo y luego como predicador itinerante llegando a cada esquina de la isla, tanto como para merecer el apelativo de “predicador de Sicilia”.
Después le llaman a predicar para períodos largos también a Vicenza (1466-1467) y Napoli (1479). Con suma prudencia desarrolla tareas importantes en el orden Dominicano. En el 1488 le eligieron como vicario y visitador canónico de los conventos dominicanos reformados en Sicilia y le llaman también para llevar funciones al servicio de varios Maestros Generales del Orden Dominicano. Volviendo a Caccamo, su ciudad natal, funda el convento dominicano con la iglesia unida de Santa María de los Ángeles. Durante la construcción del convento se habla de muchos prodigios hechos por su intercesión. Muere en Caccamo el 14 de noviembre del 1511.
Su memoria litúrgica tiene que ver con su Dies Natalis de noviembre, pero la tradición del pueblo de Caccamo celebra solemnemente el recuerdo del venerado campesino también los primeros domingo y lunes de mayo.